La penúltima prueba
Los gritos se podían escuchar claramente en el sótano del templo y el alma del desdichado sacerdote de Heironeous1 no podía soportarlo. El Sabio Saruthil2 sabía que debía de mantener la bodega subterranea totalmente cerrada y sellada para poder proteger las sagradas escrituras, la forja3 y la bóveda. Se encontraba aún trasladando los tesoros más importantes de la iglesia a lo mas profundo de la capilla inferior4. Fue entonces cuando escuchó el estallido y supo que habían penetrado en el templo.
Desesperado y solo, fue al encuentro de quienes se atrevían a desacrar tan sacrosanto lugar. Con su báculo en la mano y el favor de Heironeous en sus plegarias, corrió escaleras arriba, donde ya se podían escuchar las voces de los profanadores.
“Valeroso padre,
dame el coraje para enfrentarme a mi enemigo,
dame la fuerza para defender al debil
y dame sed de justicia para enmendar los errores de los infieles.
Usame como instrumento de tu furia
y concedeme tu poder para acabar con el mal.”5
Y con esta oración, el sabio Saruthil salió a enfrentarse a su destino.