Recordando a los aliados
“Padre, tienes que entender que esto no es un capricho. De esto depende el futuro de mi reino y de mi gente, y en especial el de tu nieto” Arkah sentía la frustración crecer dentro de ella con cada momento que pasaba. El Rey de Quálissa1 podía llegar a ser realmente testarudo en algunas ocasiones.
“Por lo menos tienes un reino del cual preocuparte2, Arkah. Deberías sentirte agradecida por eso. Pides demasiado y lo haces de la peor manera posible, vestida usando las pieles de animales muertos y con adornos extraños.3 Primero eres una princesa de los Loeril4 antes de ser la reina de una tierra sucia fuera del agua, y como tal, deberías presentarte como una Larethian ante tu padre” El tono desdeñoso del rey Yaonek solo hacía que Arkah se arrepintiese de haber solicitado una audiencia con su padre.
“Yo no veo que tiene de malo haber venido aquí como una Borune. El cuero de mi vestimenta es del más fino que se pueda conseguir y ha sido encantado mágicamente por Sinthelidar para mi protección. Y las plumas que adornan mis ropajes fueron un regalo de Amber Starfire, ¿la recuerdas?, porque ella te recuerda muy bien y te envía sus más cordiales y respetuosos saludos” La voz de Arkah empezaba a temblar, al igual que su pulso. La frustración empezaba a darle paso a la ira mientras que su cuerpo empezaba a enfriar involuntariamente el agua a su alrededor a medida que su sangre elemental5 reaccionaba con todo su poderío mágico, y la reina empezó a entender como se sentía Ran cada vez que sentía la adrenalina correr por su cuerpo.
“Calma, mujer”. La imagen de Ran diciendo esas palabras fue suficiente para tranquilizarla.
“No creas por un momento que no estoy agradecido contigo y con tu esposo por lo que han hecho por nosotros, pero no puedes olvidar las costumbres de tu pueblo. En cuanto al tema que estábamos tratando, te repito; no lo puedo hacer” y más con pena que con arrogancia, Yaonek dijo “Y no es porque no quiera. Es porque ya no puedo. La información fue robada de mi biblioteca y la pista del ladrón se perdió con la invasión del Palacio de Coral. Eres la primera persona a quien se lo digo porque no había tenido el valor de decírselo a nadie” Ahora quien temblaba era el rey de Quálissa, quien se llevó las manos al rostro al no poder conseguir el coraje para enfrentar la mirada de su hija.
“¿Eso es todo? En realidad eres un hombre testarudo y a veces un poco tonto” Arkah soltó una leve carcajada y se acercó para abrazar a su padre. “De verdad que me impresiona que te hayas olvidado de Amber ¿Qué voy a hacer contigo, padre?”